Cuenta el romancero
del sentir sevillano
que un buen dia nuestro rio
a Sevilla hizo un regalo.
Cuentan las voces
de un recuerdo ya lejano
que quiso desprenderse
de su bien más preciado,
de ese nombre chiquitito
que le dieran los romanos,
y lo llevaras contigo
y lo lucieras sin reparo.
Y asi te llamas Betis
y con ese nombre te amo.
Y cuando veo tus colores
y tu escudo tan lozano
te encuentro entre pasiones
y amante eterno te hago,
y te llamo por tu nombre,
en que me refugio y amparo.
Puedo ya gritarle al mundo
que eres todo cuando valgo.
Que sin ti ya no soy ná
ni despierta ni soñando,
que te necesito para probar
las alegrias y los llantos,
que necesito disfrutar
de tus colores verdiblancos,
de la alegria de tu gente,
la que llena aquel estadio
donde hay que morir
gritando y animando,
dejandose la piel,
la voz y las manos.
Gritando para que oiga
hasta el más sordo de los humanos
un ¡ viva er Betis manque pierda!
muy valeroso y gallardo.
Que se entere quien lo dude
que somos muchos los que te amamos
y que en los momentos peores
nosotros siempre te apoyamos
y que eres tú, Betis,
hijo de aquel rio romano
que te regaló su nombre
por ser orgullo del sevillano.
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