A ti que a veces te busco y a veces te huyo. A ti que tanto me entiendes pero a la vez me acechas. A ti noche y oscuridad de mis días. A ti que atesoras mi alma y relajas mi mente. Te escribo porque estás conmigo cuando no hay nadie. Te escribo porque te tengo frente a mi y cruzamos las miradas. Te escribo porque es como si te hablase y el miedo te perdiese.
Al fin y al cabo es lo que quiero, no respetarte, pasar por tu lado, saludarte y plantarte cara.
Debo tener cuidado. Sé que estás por todas partes. Sé que eres la más fiel. Sé que eres la más cercana. Sé que me abrazas y me susurras al oído desesperanzas.
No te quedes en la puerta, no te quedes detrás mía. Pasa, acomódate a mi lado como haces cuando crees que no te miro. Dame tu abrazo frío. Dame tu gélido beso. Permíteme que no te lo devuelva.
¿Ya estás a mi lado? Me pareció sentir tu respiración en mi nuca. Jamás alguien me mimó tanto.
Lee. Esto de hoy es para ti.
Ya no te temo Ya nada puedes hacerme. Te he aceptado y no eres más que parte de mi. Trae las alianzas y las arras y pon fecha a nuestro enlace. Te prometo conseguir el divorcio que tú misma me pedirás.
¿Tiemblas? ¿Acaso castañean tus dientes? ¿Ya no eres fuerte para morder? Bienvenida a tu realidad. Tienes miedo porque siempre te creiste fuerte. Yo me siento victoriosa porque siempre me creí débil. Papeles invertidos. Mi victoria por tu derrota.
Ahora estás conmigo soledad; un día solo serás un recuerdo.
Cada vez que quieras, podemos plantarle cara a dicha soledad...
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