Con los ojos cerrados tu silueta se dibujaba en mi mente. Tan claro te veía que mordía mis labios empujada por la lujuria de tu mirada y la violencia de tus manos al pasar por mi piel.
Seguía retorciéndome bajo unas sábanas que hacían las veces del calor de tu deseado cuerpo. Y sin tocarme, y sólo pensando en que estabas a mi lado amándome, todo resultaba tan físico que mi corazón, mi pensamiento, mi deseo; pusieron sobre mí las manos tuyas que tan lejos estaban.
Y aquel fue el orgasmo que más nos unió, pues vino empujado por el deseo carnal de mi alma que solo tú me despertabas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario