lunes, 11 de marzo de 2013

Orgasmo.

En la soledad de mi cama tu sonrisa ocupaba mi recuerdo y tu aliento parecía recorrer mi cuello. Podía sentir como mi cuerpo se excitaba recordando tus caricias y me retorcía en la cama sin ser dueña de mis movimientos.

Con los ojos cerrados tu silueta se dibujaba en mi mente. Tan claro te veía que mordía mis labios empujada por la lujuria de tu mirada y la violencia de tus manos al pasar por mi piel.

Seguía retorciéndome bajo unas sábanas que hacían las veces del calor de tu deseado cuerpo. Y sin tocarme, y sólo pensando en que estabas a mi lado amándome, todo resultaba tan físico que mi corazón, mi pensamiento, mi deseo; pusieron sobre mí las manos tuyas que tan lejos estaban.

Y aquel fue el orgasmo que más nos unió, pues vino empujado por el deseo carnal de mi alma que solo tú me despertabas.





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