Y sin saber cómo voy a dejar de pensarte procuraré soñarte. Sin saber cómo dejar de imaginarte, lograré brindar a tu lado. Sin saber cómo describir tu sonrisa, no sabré olvidarla.
No sé cómo hueles y te huelo. Desconozco cómo sabes y sin embargo te saboreo. No he rozado tu piel y me parece haberlo hecho. No te he besado y sé lo que me haría sentir un beso tuyo.
Aquí estoy, ha llegado la noche, me he metido en la cama y te necesito.
¿El día?...El día no es tuyo ni mío. La noche es la que nos acoge. La noche nos arropa. Y es por eso que cuando amanece el día eres un recuerdo que al llegar la noche deseo.
Intentar olvidar la idea de no rozarte es imposible. Vente conmigo esta noche, al menos una, y déjame dormir a tu lado. Déjame ver cómo abres los ojos. Complace mi deseo de darte los buenos días. Haz que la luz sea tan importante como la oscuridad porque me llenes el día como lo haces con mis noches.
Permíteme que mientras llegas me entregue a Morfeo, me ha prometido que soñaré contigo y que cuando despierte, te tendré un poco más cerca.
Afortunado aquél a quien fuere dirigido...
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